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El Teatro de los Monstruos
Product Description
Cuatro amigos rememoran, cada uno por su lado, los sueños, locuras y dolores que marcaron su conflictiva, impredecible, y a veces caótica, transición de jóvenes a adultos. Son los recuerdos de Raúl, Electra, Milena y Sinatra, desde sus perspectivas muy individuales, de los amores y aventuras que compartió este grupo de íntimos compañeros de vida.Si bien los romances, los viajes y las drogas son parte importante del entramado, de ninguna manera representan lo esencial de esta novela: el tránsito de la adolescencia protegida a la vorágine del mundo adulto. Los cuatro personajes forcejean con las inquietudes más fundamentales: ¿Qué voy a hacer de mi futuro? ¿Cómo encontraré mi pareja? ¿Qué pasará si no encajo en la vida? Las respuestas las resume Raúl sabiamente: “La vida no viene con manual”.
Es un relato apasionante para la juventud actual. Pero, es igualmente fascinante para los mayores. Los jóvenes se verán reflejados en los personajes de la obra y se identificarán con sus dilemas y desafíos existenciales. Los mayores recordarán los senderos que cada uno de ellos tuvo que recorrer, así como los de sus amigos y conocidos, a fin de realizar sus propias transiciones a la vida adulta. Como destaca la autora Viviana Cordero en su prólogo, lo más notable es que, no obstante los notables cambios en el mundo en las últimas décadas -la tecnología, la globalización, las redes sociales- “…hay algo que se ha mantenido tal cual, y es que la transición de joven a adulto es igual de difícil, desafiante y angustiante el día de hoy”.
La novela está escrita en fragmentos intensos. El lenguaje es juvenil, la redacción es apremiante, la sucesión de eventos y sentimientos es constante. Los retratos emocionales y psicológicos de los personajes son profundos y reveladores. Los fugaces cambios de tiempos sostienen una persistente tensión que alimenta una creciente curiosidad por el rumbo que tomará la vida de cada uno de estos personajes.No hay relato más franco que la introspección diligente, ni juicio más severo que la autocrítica cuando juzga un pasado individual. Electra sintetiza así su auto evaluación: “Se habían olvidado de incluir en mi ADN una dosis de fuerza interior para encarar los desafíos. Es que no basta con tener talento. También hay que disponer de agallas”. La obra desdobla las memorias de unos jóvenes adultos que recogen los sentimientos confusos, a veces contradictorios, usualmente sin norte, que guiaron sus primeros pasos en el mundo como personas autónomas, dibujadas con tenaces individualidades y perspectivas nítidamente distintas. Milena apunta cómo se formó aquel círculo de amigos: “No recuerdo quién conoció a quién primero, ni quién se enamoró de quién primero. Eso ya no importa. Lo que cuenta es el recordarnos caminando, riendo, soñando bajo el cálido sol quiteño, hermanados por la energía que intercambiábamos unos con otros”.
Tal como en la vida real, en esta novela lo negativo alterna con lo cómico, los amores con los desencantos, las esperanzas con los fracasos. Raúl plantea su filosofía en pocas palabras: “Hay que ver la vida como un buen enduro. Nunca sabes cuándo vas a caer en el hueco traicionero que te tumbe al fango”.A su vez, Sinatra, personaje de sangre más liviana, explica cómo logró un éxito social que superó su deformidad física: “No entendían de qué magia disponía yo para llenar mi auto de peladas. No captaban que lo único que valía era justamente lo que ellos ignoraban: paciencia para escucharlas, gracia para hacerlas reír, humor para divertirme con sus historias, empatía para entenderlas en sus dramas de novios, acné y cabello seco. Ojalá uno pudiera vivir para siempre con la misma euforia de los veinte años”.
Para esta novela, cautivadora de principio a fin, es Electra quien comunica la mejor conclusión: “Somos un grupo de monstruos, monstruos en el sentido de distintos, y todos participando de una obra de teatro que se llama vida y que, en realidad, es un sórdido laberinto".